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24 de octubre de 2012

Cómo ser gilipollas.

Viendo la exitosa y calurosa acogida de mi anterior entrada, me he animado a hacer una continuación de mi guía hacia la felicidad. Esta vez me voy a centrar en los puntos básicos para ser gilipollas, sin ánimo de ofender a los gilipollas. Además, tengo la total seguridad de que ser gilipollas no es algo malo puesto que todavía no he visto a ninguno quejarse de serlo. Eso significa que ni duele, ni desalienta y que ni siquiera te hace sentir vergüenza ajena del resto de gilipollas. Además, a diferencia de los gays, no hace falta que un gilipollas cumpla todos los puntos para serlo; tan solo hace falta que cumplas uno para serlo. Es un mundo, desde luego, mucho más sencillo y accesible. Así que vamos al lío.

Nunca reconocerás ser gilipollas: inviable. Si alguien te llama gilipollas y efectivamente lo eres, lo primero que debes hacer es contestarle "gilipollas el padre que te encapulló". Luego ya tienes varias opciones, que van desde quedarte insultando a tu enemigo sacando pecho y envalentonado, pero a una distancia prudencial de varios metros, hasta agarrar un bate de béisbol y golpear varias veces el aire.

Votar a los de siempre sistemáticamente: esto es como no conformarte con estar bautizado y comulgado, sino que además te apuntas a hacer la confirmación. Tienes que votar a Mariano, o al Pato Donald en el que caso de que le pusieran cabeza de lista en las próximas elecciones. Da igual, es el PP, y tienes que votarle. Porque el PP nos dará trabajo, bienestar, una imagen expléndida de nuestro país,... No hoy, ni mañana. Lo hará...algún día. A lo mejor ya no estamos aquí, como cuando la Tierra se desintegre, que dicen que algún día ocurrirá y tú te lo crees. Pues lo mismo. Y cuando ya nos metan en una guerra, que eso es muy feo, pues votamos al ZP de turno, y les tenemos castigados durante 4 u 8 años. ¿Votar a otro partido? ¡Ah! Pero... ¿que hay más? Este punto tiene su lado opuesto en el siguiente.

No les votes: nadie te representa. Nadie. Porque todos son unos chorizos, unos corruptos, y estás convencido de que los políticos no valen para nada, que es algo que ya dejaron claro en su momento Franco y Primo de Rivera. Así que tu participación en la democracia consiste en quedarte en casa el día de las elecciones. Y tu manera de reivindicarte es ir a cualquier manifestación y descontextualizar la protesta montándote una batucada o una bicicletada con todos tus amigos, que se note que estás en contra del sistema y que estás indignadísimo. Si te resulta aún más cómodo, puedes optar por pasar directamente de la política, que teniendo fútbol y una madre o mujer que te prepara la comida diariamente el resto te la suda.

Así se identifica a un gilipollas el día de las elecciones.
Invertir más dinero en el salpicadero de tu coche que en ti mismo: tu coche es tu extensión, y eso lo convierte en una prioridad para ti. A tus hijos les faltará material escolar, en tu hogar sumprimiréis los desayunos porque no había dinero para magdalenas, os ducháis con agua fría en pleno invierno porque os han quitado el suministro de gas natural por falta de pago, pero tu coche que esté inmaculado, con un equipo de música que haga sonar los bajos de tal forma que intimide a un ejército de Urûk-Hai, con doble tubo de escape, con un riguroso lavado cada domingo, un motor de 160 cavallos, con cambio automático, que aparque solo, lunas tintadas, y con una pegatina que ponga "Te quiero, Trini" en el faldón trasero.

Intimidación: este punto es extensión del anterior en cuanto que la intimidación puede ser poner tu coche a 200 en una recta de ciudad para frenar a los 60 metros y gastar frenos en un semáforo, y repetir el proceso tantas veces como la situación requiera. Intimidación también es llevar una gorra más grande que tu ya de por sí enorme cabeza. O dilatarte el lóbulo de la oreja hasta tal punto que se puede considerar un nuevo orificio natural de tu cuerpo. O que pesen más los anillos que llevas que tu propia mano.

Di "no" a lo popular: ese grupo de música que tanto te gusta, que llevas siguiendo desde prácticamente sus comienzos. Sabes de cual te hablo, ¿no? Pues bien, ya no puedes ser su fan. ¿Por qué? Porque ahora todo cristo les conoce. Ya está, olvídale. Espera, no, no les olvides. Antes de eso, métete en cualquier foro de internet, critícales, húndele en las más escatológica de las miserias, resalta que se han vendido, y luego ya le olvidas. No del todo, que de vez en cuando tienes que volver a destacar lo vendidos que son. Esto es aplicable también a cualquier cineasta, escritor, o a sus propias obras.

Tus amigos, los diferentes: este punto se refiere a lo siguiente. Que a nadie se le pase por la cabeza que tú eres gay, porque no lo eres, que ser gay debe de ser horrible, una desgracia, un estigma, algo deleznable, y además esa gente no puede ser considerada como personas normales, porque está claro que no lo son. Pero que nadie te acuse de homófobo, que tienes un amigo gay, y es majo y tal. Diferente, pero majo. Lo mismo te ocurre con los negros, los árabes, los catalanes, los plutonianos, los masillas de los Power Rangers, y los canadienses.

Una de tus mayores aficiones es gritarle a una televisión: como lees. No me he vuelto loco, esto es un pasatiempo que te define como el gilipollas que eres. Lo puedes hacer tú solito en casa, o en compañía de otros gilipollas en un bar cualquiera. Tampoco le grites cosas fuera de contexto, que eres gilipollas, no esquizofrénico. Tienes que gritarle cosas tales como: "¡árbitro, estás ciego!", "¡pero pásala al de al lado"!, "¡qué malo eres!", "¡Cristiano, te amo!", ó "¡negro, hijo de puta, vete a tu país!".

Tú sabes hacerlo mejor: eres el macho alfa en cualquier sitio, y los demás son el resto de individuos del clan inferiores a ti. ¿Hay que cambiar una bombilla y la va a cambiar tu cuñado? Que se quite, que él no sabe, ya lo haces tú. ¿Se ha gripado el coche y te aconsejan llevarlo a un taller? Los mecánicos no tienen ni puta idea y además te quitan un riñón, ya lo reparas tú, que vas sobrado. ¿Que te has roto el fémur? Nada de ir al matasanos, te quedas en casa reposando, y ya te lo vas curando tú a base de tomar ibuprofenos, que valen para todo. ¿Que el partido que gobierna nos mete en una crisis? Que se quite, que ya te pones tú a gobernar, que seguro que lo haces mejor.

Si lo dicen por televisión, es verdad: en su momento, debiste tener una Power Balance, que estaba demostrado científicamente por algún alquimista de esos extranjeros que revitaliza cuerpo y mente, y que te ayuda a mantenerte con vitalidad durante todo el día. Además, solo vale 30€. Un chollo, vamos. Y no es que fuera un fraude, es que los planetas que dotaban de poderes a la pulsera dejaron de estar alineados y ya no hacían efecto. ¿Por qué lo sabes? Porque lo dijeron en la tele, y punto.

Los toros no sufren: eso es algo que también está científicamente demostrado por no sé quién. Los toros nacen para ser toreados. Además, si no existiera la tauromaquia, los toros se extinguirían, igual que si se aboliera la esclavitud se extinguirían los negros, y si se destruyeran todas las fregonas se extinguirían las mujeres. ¡Ciencia, coño, ciencia, que los gilipollas sabéis mucho de ésto!

Tienes que ser el mayor fan de algo, de lo que sea o de quien sea: puedes elegir entre ser fanático de Apple, o cualquier marca, y comprarte cualquier chorrada que saque al mercado por mierda que sea. Si lleva una manzana mordida, es de compra obligada, aunque sea una tableta de 7", que cuesta 300€ y que solo valga para dar la hora y jugar al buscaminas. ¡ES DE APPLE! O puedes optar por ser fan de una persona física, ya puede ser Justin Bieber, que es perfecto hasta cuando vomita en pleno escenario, de Belén Esteban, que es una princesa y los que dicen que es una vulgar son simples envidiosos, o de Cristiano Ronaldo, que basta ya de criticarle por estar triste y por jugar mal, que ganar 60000€ cada minuto no da la felicidad, comprended al muchacho.

Y creo que ya he abordado todos los puntos abordables. Alguno más habrá, pero es que el mundo de los gilipollas es tan amplio que es como el mundo de la ciencia, cada día aparecen nuevas hipótesis y teorías que engrandecen su universo.

Como dato final, para los que no pertenecemos a este clan: nunca discutáis con un gilipollas, porque te llevarán a su terreno, y en él son invencibles.

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